domingo, 18 de octubre de 2009

La otra cara de la moneda

Esperando al tren he conocido a un chaval que estaba haciendo el servicio militar. Este chaval había nacido en Rusia y en 10º curso (supongo que unos 12-14 años) se había venido a Israel. Posteriormente, a su padre le habían ofrecido un trabajo en EEUU y se había ido para allá. Ahora se había vuelto para hacer el servicio militar puesto que como judío sentía la obligación de que tenía que hacerlo.

Parecía bastante moderado, veía que la situación de los palestinos no era fácil y que en cierto modo había opresión. Por el otro lado, le había tocado lidiar con todos los grupos de chavales tirando piedras mientras él simplemente estaba vigilando zonas potencialmente peligrosas.
Según él, lo que en la televisión aparece como algún chavalín tirando una piedra, en realidad tiene más organización. Se supone que trabajan en grupos relativamente organizados y rodean a los soldados que quieren atacar. Contaba con cierto temor también, el tamaño de las piedras y la calidad con las que las lanzan. “Una piedra de esas te puede matar”, “Parecen simples chavalines pero no lo son tanto”.
Comentaba también como los chavales conocen a la perfección la capacidad limitada de actuación del ejército y por lo tanto se aprovechan de ella hasta el límite.

Debido a su procedencia rusa y supongo que las dudas de su veracidad de judío, venía de hacer un cursillo de judaísmo impartido por el ejército durante tres meses. En las mismas circunstancias estaba otra chiquilla que se nos junto de procedencia ucraniana y que se dedicaba a conducir un Hummer en el ejército.

Al chico le quedaban solamente dos semanas para acabar el servicio militar y volverse a EEUU. Al no disponer de suficiente dinero para estudiar medicina allí, estaba pensando en irse a México.

No hay comentarios:

Publicar un comentario