lunes, 5 de octubre de 2009

Desde el llamado Monte Sinaí hasta Petra



En el hostal, la noche anterior habíamos acordado que esta furgoneta nos llevaría hasta un cruce donde nos esperaría otra para llevarnos a Nuweiba, pueblajo donde cogeríamos el ferry para ir a Aqaba. La cosa funcionó sorprendentemente bien, nos metimos en la primera furgo y cuando me desperté ya estábamos en el cruce. Allí había otra furgoneta esperándonos. Esta segunda furgo venía ya con una pareja de australianos de nuestra edad y una señora de unos sesenta años de Nueva Zelanda. Estos se convirtieron en nuestros nuevos compañeros de viaje hasta llegar a Petra.
Compramos nuestros billetes de ferry y nos dirigimos a pasar el control de pasaportes y luego a una “sala” de espera. El ferry debía de haber salido en unos treinta minutos, en lugar de esto, creo que estuvimos esperando de dos a tres horas. Nos dio tiempo a conocernos el resumen de vida de nuestros nuevos compañeros.

La pareja de australianos, que estaban liados, venían de Egipto también, habían decidido hacer un hueco para Petra en el camino y creo que luego volvían a Egipto. Habían estado viajando por otros cuantos países y pensaban acabar el viaje en Inglaterra quedándose allí a trabajar unos meses. La rubita, todo hay que decirlo, estaba bastante maja.

La señora de Nueva Zelanda, resulto ser muy interesante. Aunque era psicóloga parecía bastante cuerda. Había estado trabajando para diferentes temas sociales en otros países y ahora estaba viajando de mochilera. Tenía hijos y nietos en Nueva Zelanda, pero por aquí estaba ella solita. Venía con una mochila y una maleta trolley. Nos contó que antes de comenzar el viaje lo metió todo en la mochila, pero cuando se la fue a echar a la espalda vio que no podía. Fue entonces cuando tuvo que meter parte en el trolley.
Hablamos un poco con ella del conflicto árabe – israelí y la prometimos mandar por mail los contactos de las organizaciones que tenemos, cosa que a día de hoy no hemos hecho… somos unos mal quedas.

Durante la espera al ferry se nos unió otro australiano, este llevaba un año entero viajando. Se había recorrido toda la parte Este de África desde Sudáfrica. Iba con un presupuesto de entre unos veinte y treinta dólares americanos diarios y lo llevaba a rajatabla, si no tenía que comer, no comía.

Después de conversación y conversación el sueño ya estaba empezando a poderme. Me cogí mi mochila y me eché una siesta de una hora en uno de los bancos de la estación. Aún tuve tiempo de despertarme y tomarme otro paquete de galletas antes de que llegase el barco. Según nos habían dicho, los horarios del barco eran un poco flexibles. Joder… y tanto ¡!!!

Una vez en el barco, tuvimos que entregar nuestros pasaportes, los cuales nos los devolverían en la aduana. No nos moló mucho, pero… no había otra forma. En el camino volvimos a caer dormidos en breve. La película que nos pusieron de fondo… fue la misma que en el bus de El Cairo a Dahab. Al parecer debe de ser la única película que tienen en DVD en todo Egipto.

En la llegada a Aqaba nos metieron a todos en una sala muy grande y empezaron a repartir pasaportes por nacionalidades. El mío se lo dieron a un grupo de turistas españoles. Afortunadamente me lo dieron en el segundo reparto.

A Diego le vinieron a buscar y se le llevaron. Yo pensaba que sería por llevar el pasaporte de la ONU que tal vez había algún problema.

Diego: Me llevaron a las oficinas de inmigración donde se encontraban los jefes de la comisaría. Me comunicaron que había cierto problema con mi nombre pero el policía que me llevaba hasta las dependencias no sabía mucho inglés así que me trató de decir que no era grave y que solo querían comprobar mis datos.
Llegamos hasta un despacho donde los comisarios llevaban el típico desorden de funcionariado árabe, unos fumando, otros tomando té, otros diciendo a la gente que esperara fuera, otros llevando papeles de aquí para allá sin mucho orden ni aparentemente eficiencia. Me hicieron sentar cómodamente y empezaron a hablar en árabe entre ellos, tratando de deletrear mi nombre y apellidos, transcribiéndolos en un papel oficial al alfabeto árabe. Mi intención todo el tiempo fue intentar averiguar que ocurría pero no conseguí que alguien me hablase en un inglés medianamente correcto hasta que me pasaron al oficial jefe. Él me explicó que había otra persona con mi mismo nombre y primer apellido que debía de estar fichado. Me preguntó si era la primera vez que entraba en Jordania, a lo que respondí afirmativamente. A partir de ahí y sin más problemas me devolvieron mi pasaporte y comenzó una conversación en la que descubrí que el jefe había trabajado unas misiones de la ONU como policía y que además conocía al militar jordano con el que trabajo en Bunia.
Al cabo de una animada charla sentados en un confortable sillón, me acompañó hasta el resto del grupo y me deseó mucha suerte en mi viaje por Jordania.

Cuando “liberaron” a Diego, cogimos un taxi compartido con la de Nueva Zelanda y el australiano a Petra. En otro taxi iban los dos australianos y otra pareja que resulto que también trabajaba en la ONU.

Llegamos a Petra sobre las 24:00 ( Bueno… según Diego, las 0:00 )



No hay comentarios:

Publicar un comentario