Uno de los hitos más importantes para la creación del estado de Israel fue la creación de la lengua Hebrea. Esta se encontraba totalmente extinta del leguaje de la calle y se utilizaba solamente en las sinagogas.
Fue un lingüista judío de los primeros colonizadores, que resucitó esta lengua y la adaptó para su uso diario. Su hijo sería la primera persona en tener el hebreo como lengua materna en dos mil años.
La utilización del hebreo como lenguaje común y diferenciado junto con todos los símbolos que utiliza el estado de Israel es lo que permite el nacimiento de un sentimiento nacional por encima de la religión.
El país está lleno de banderas y estrellas de David por todas partes que permitan a la gente identificarse con un símbolo.
La educación se hace en gran medida separada para árabes y judíos, aunque también hay algunas escuelas mixtas.
En la población judía se enseña la historia hasta el año 1950, ósea que se cubren los momentos más idealistas del Sionismo, pero se deja fuera todo lo demás, las épocas de después de la creación del estado de Israel, que son las más conflictivas.
Toda esta educación, al parecer se da también desde un punto de vista muy partidista.
Al acabar la educación obligatoria, se remata la educación con dos o tres años de servicio militar. Tal y como le pasaba al chaval que he conocido hoy en el tren, entiendo que es fácil coger manía a los palestinos si estas protegiendo un asentamiento judío en Cisjordania y tienes que lidiar con los grupos de chavales tirándote piedras.
Una gran parte de la población acaba teniendo el sentimiento de que los árabes son unos radicales que les quieren echar al mar y es imposible negociar con ellos. Este fue el caso del chico hijo de iraquíes judíos emigrados que conocimos en Haifa y del que ya hemos hablado.
Según comentó nuestro amigo Efraim, la cosa cambia bastante con los estudios universitarios. Los estudiantes empiezan a tener una visión más abierta del conflicto.
A modo representativo, el partido comunista tiene un veinte por ciento de representación en las universidades, lo cual no tiene nada que ver con el cuatro por ciento de representación en el país.
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