viernes, 16 de octubre de 2009

Nuestra visita a Gaza





Por la mañana nos cogimos el tren que nos llevó de camino a TelAviv, allí buscamos un hostal económico que se indicaba en la guía de Lonely Planet para dejar todas las mochilas y luego dirigirnos a Gaza sin nada que pudiese ser problemático en la frontera, ni mochilas, ni cámaras de fotos ni nada. Solamente el pasaporte, la cartera y los móviles por si acabábamos necesitándolos.

Como muy listos no somos, nos hicimos todo el camino desde la estación de trenes al hostal andando con las mochilas a la espalda. La vuelta sin embargo, como andábamos un poco pillados de tiempo cogimos un autobús urbano para ir a la estación central de autobuses donde coger un transporte que nos llevase a la ciudad más cercana a la frontera.

Como todos los transportes aquí, tardamos una hora, tiempo estándar para transporte entre dos ciudades cualquiera del país.

Creo que la ciudad se llamaba Ashkelon. Una vez allí, y con algo de miedo por ver como les sentaba a los judíos, preguntamos a unos taxistas como se podía ir a la frontera.Tuvimos bastante suerte y acabamos topando con un judío de Marruecos. Hablaba francés perfectamente por lo que Diego se apañó muy bien con él. Yo más o menos seguía la conversación pero poco más.
Acabamos acordando 70 NIS. El taxista nos dijo que con un pasaporte Europeo no había absolutamente ningún problema para cruzar la frontera. Por un momento parecía que las cosas iban a ser más fáciles de lo que pensábamos.

En unos quince minutos, llegamos al checkpoint con Gaza. No estaba lleno como los de Cisjordania, pero si que había algo de gente, parecía que si había algo de movimiento.
Nos bajamos del taxi y allí nos dejó. Enseguida nos aproximamos a la primera caseta de seguridad para mostrar nuestros pasaportes y….
 -“ Hoy la frontera está abierta solo para palestinos”, “mañana está cerrada”, “ el domingo está abierta para extranjeros”.
 - “ Joder ¡!!, Casi ¡!!!

Luego preguntando un poco más nos dijeron que el domingo para extranjeros, pero solo si teníamos acreditación periodista o estábamos trabajando para alguna organización. El domingo nos hubiese dado igual.

Enseguida vino un coche que salía del checkpoint. El taxista nos había indicado una gasolinera desde donde podríamos coger un bus de vuelta a TelAviv antes de las tres y media de la tarde.

El problema es que era viernes por la tarde y al anochecer empezaba el shabbat.
Aquí en Israel el shabbat es la fiesta semanal más importante. Es como una especie de domingo para los cristianos pero más radical, en el que Yahvé les dijo que debían descansar y por lo tanto que no se podía hacer absolutamente nada de trabajo. El shabbat empieza el viernes por la noche con la caída del sol y acaba el sábado a la caída del sol. Durante esas veinticuatro horas, el país se paraliza completamente.

Preguntamos al conductor de este coche si nos podía acercar a esta rotonda y afortunadamente accedió aunque sin mucha expresividad.

Creo que nuestra aventura en el checkpoint de Gaza no llegó ni a diez minutos. Ni siquiera un registro, ni un interrogatorio, ni nada. Un poco decepcionante.

Al cabo de quince minutos esperando en la rotonda pasó un bus que nos llevó directamente a TelAviv. Creo que nos hemos cogido ya todos los buses del país.

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