Por fuera, era un coche aparentemente normal, un Honda o un Hyundai o algo así. La primera sorpresa te la llevabas cuando al ir a sentarte en el coche encontrabas un HELLO KITTY gigante en el respaldo al que le salían dos brazos que te cogían los riñones.
Diego se sentó atrás y yo adelante. Según lo hice me encontré con una televisión incrustada en el parasol a escasamente una palma de mis narices. No me dejaba ver nada del paisaje así que intenté subirlo para arriba y…. me lo cargué, rompí la rótula donde se sujetaba que ya estaba bastante “chunga”. El tío se empezó a poner un poco nervioso cuando vio que le rompíamos su MABOTAXI e intentó arreglarlo sin demasiado éxito. Ante el fracaso y la idea de ir con una pantalla de DVD a una palma de mis narices opte por pasarme al asiento de atrás.
Primer fuimos a ver las pirámides de Saqqara, luego las de Giza. Las de Saqqara a mi personalmente no me gustaron demasiado. Me gustaron mucho más las de Giza.
Las visitas a las pirámides transcurrieron sin mucha novedad, entremezclados entre cientos de turistas de todas partes y de paseo para acá y para allá.
Creo que lo único mencionable fue que conocimos al Maestro Yoda, al parecer después de hacer todas las películas se fue a las pirámides de Giza a hacer de guía turístico extraoficial.
El pequeño Yoda nos estuvo enseñando algunos lugares cercanos a las pirámides y sobre todo se empeñó en hacernos trescientas fotos” tocando” el pico de la pirámide.
Al acabar, nuestro querido taxista nos llevó de vuelta al hotel en el MAMBO TAXI.
Esa misma noche nos fuimos con Oli a tomar algo a un bar que esta situado en la terraza de unos de los edificios cercanos al hotel. Allí se nos juntaron primero los compañeros de habitación de Oli, un brasileño y otro australiano.
El australiano acababa de hacer la visita al barco del enano bailarín y venía más o menos igual de impactado que nosotros.
Allí conoció a una argentina que venía desde Israel primero y luego desde Jordania. Esta chica se nos unió al acabar la cena para tomar una cerveza. A mi me pareció un poco rara, Egipto la estaba agobiando un poco ya. A ella lo que la molaba era la playa y la fiesta de TelAviv.
Sobre las tres de la mañana, después de bastante charla, metimos a la chavala en un taxi y la mandamos para su hotel que debía de estar a unos treinta minutos de allí.
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