En el hostal del mar Rojo nos ofrecieron la posibilidad de quedarnos allí durante el día con una habitación para dormir un rato y a las once de la noche salir para el monte Sinaí para hacer la ascensión nocturna. Estuvimos regateando un poco y al final dejamos allí las mochilas mientras nos íbamos a dar una vuelta por el pueblo a ver que otras opciones había. En nuestro camino, nos encontramos a una de nuestras compañeras de viaje de taxi. Nos estuvimos tomando algo con ella y con el “amigo” con el que estaba. Ella era una guía francesa y vivía entre Egipto y Jordania.
Después de comprobar precios por ahí y ver que lo primero que nos había ofrecido no estaba mal, nos volvimos al hostal del principio a echarnos un rato a ver si nos recuperábamos de la paliza del bus. Sin haber dormido demasiado, nos levantamos sobre la hora de comer y nos fuimos a tomar algo.
Este pueblo es un pueblo totalmente artificial preparado para turistas en medio del desierto con la playita para poder hacer submarinismo y Snorkle. El pueblo está prácticamente tomado por los anglosajones y por rusos.
Por la tarde alquilamos unas gafas de snorkel y unas aletas y estuvimos inspeccionando las profundidades marinas. La zona está totalmente plagada de gente, al ir nadando tenías que andar con cuidado de no chocarte, pero la verdad es que hay mucha vida marítima y está muy chulo.
Cuando acabamos, en el mismo garito que nos habían alquilado las gafas y aletas nos dejaron unas tumbonas… y allí estuvimos los dos como reyes viendo la puesta de sol.
Habíamos acordado con el hotel que a las once de la noche cogíamos el bus para ir al monte Sinaí, el monte donde Dios dio los mandamientos a Moisés. Antes de coger el bus para el Sinaí yo intenté echarme un rato la siesta. La verdad es que me daba pánico eso de pasarme toda la noche andando y aún más, antes de haber dormido la noche anterior en el bus. Diego se fue a leer un poco a una zona común del hostal. Al cabo de una hora y pico de no conseguir dormir, me fui fuera con Diego, estaba hablando con un canadiense y un francés, hablando en francés… Me uní a la conversación en un momento en el que el francés se había ido y proseguimos la conversación en inglés. Este canadiense se estaba recorriendo el mundo dando clases de submarinismo. Para gastar lo mínimo posible iba con su tienda de campaña, de hecho dormía en la zona común del hostal con su tienda. Al rato se incorporó el francés, y la conversación se cambió de idioma. Ahí es cuando las empecé a pasar putas, pero intenté seguir el tema.
El francés trabajaba como camionero de gasoil de calefacción en la zona de Paris. Al depender de la calefacción, en verano no tenía trabajo y se venía a hacer kyte surf al Sinaí.
No sé como pasó, pero al final acabamos el francés y yo hablando en “francés”, aguanté como pude un buen rato, pero cuando ya me cansé de entender solo la mitad de la conversación y decir muchos “Oui, Oui”, decidí irme a preparar la maleta para largarnos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario