Llegamos con un poco de margen para pedir una pizza en el restaurante de la estación. Deprisa y corriendo nos fuimos a los andenes y esperamos a que saliera el bus. El viaje, que resulto durar unas nueve horas, fue básicamente terrible. La primera hora se consumió en callejear por Cairo para recoger a más pasajeros en otras estaciones de la ciudad, después, pusieron una película egipcia que duró por lo menos tres horas. Quizá fueron dos películas seguidas pero el “argumento”, los números musicales y los actores eran los mismos. En definitiva un sufrimiento que nos impedía dormir de manera pacífica. A la película se le añadió que al poco tiempo el bus debía parar para inspección policial. Nos pedían los pasaportes y nos decía. “Welcome to Egipt”. Tras muchos kilómetros y horas sin dormir llegamos cansados a Dahab, ya de mañana. Allí un taxista con furgoneta abierta nos llevó a nosotros y al resto de los turistas mochileros hasta el pueblo por tres libras egipcias, después de mucho regatear. Finalmente nos dejó en la puerta de un albergue.
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