Al llegar a TelAviv intentamos coger un bus que nos llevase al hotel, pero como la gente no es excesivamente amable y tampoco sabíamos bien la dirección acabamos decidiéndonos por ir andando en la dirección donde se estaba poniendo el sol.
Nos metimos en una calle peatonal donde creo que estaban todos los inmigrantes de baja clase social, entre ellos muchos rusos. Estos judíos han importado hasta rusos Trileros!!
Pasamos de los dos primeros trileros, pero acabamos parando a ver a uno de ellos. Estaba jugando con tres vasos de los cuales uno llevaba una pelota. La verdad es que la pelota era bastante grande.
La mesa estaba rodeada de gente. Por un lado había una chica rubia con las raíces totalmente negras que no hacía más que apostar. Fallaba mucho, pero alguna que otra vez acertaba. Había también un señor mayor con una actitud similar, tampoco acertaba mucho.
Estos dos claramente estaban compinchados. Se nos acercó también un chaval que nos animaba a apostar, sugería incluso apostar a medias.
Mirando a nuestro alrededor suponíamos que los pardillos teníamos que ser nosotros, pero…
Yo lo había visto hacer muchas veces y siempre me había parecido excesivamente fácil, pero nunca había probado suerte.
Diego estaba un poco más reticente a apostar, pero seguía ahí mirando como que le hubiesen pegado los zapatos al cemento.
Al final acabamos decidiendo comprobar si en efecto éramos los pardillos de la mesa.
Superando los miedos a que nos timasen pusimos 50 NIS encima del vaso que tanto Diego como yo estábamos seguros que contenía la pelota.
El trilero nos contestó enseguida: “sólo billetes de 100 NIS o 200 NIS”.
Después de lo que nos había costado decidirnos….
Reculamos de nuevo, Diego estaba convencido de que nos iba a timar, pero por otro lado seguía sin moverse del sitio. Yo pensaba lo mismo, pero no tenía ningún problema en gastar veinte euros para comprobarlo.
Un par de manos más, y puse un billete en el vaso que Diego había estado controlando. Justamente esta vez yo no lo tenía tan claro, pero bueno, los dos habíamos acertado cada una de las manos anteriores, así que… tenía que ser esa… Tenía .. Tenía… pero.. OBVIAMETNE NO ERA.
La bola, misteriosamente se había ido al vaso de al lado.
QUE TÍOS ¡!!
La verdad es que se habían ganado los veinte euros. No se cuantos estarían metidos dentro del compinche, pero si eran todos los que estaban allí apenas llegaban a dos euros por persona. Desde mi punto de vista se habían merecido algo más.
Apenas levantó el vaso nuestro amigo el trilero y comprobamos que habíamos perdido, nos dimos la vuelta y tiramos en dirección al hostal.
Hay que reconocer que los tíos lo hicieron muy bien. El espectáculo sí valió los veinte euros.
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